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Entrevista. Apuesta al cambio A los 20 años, la ex “divina” de “Patito feo” se acercó a la militancia y al compromiso social. Habla de su vuelta a la TV y de su ex, Carlos Tévez.
¡Disfruten la entrevista que salió en Clarín.com el viernes 25 de Noviembre!
Dicen que a la altitud no la determina la aptitud, sino la actitud. Y Brenda Asnicar sabe de que se trata. Un paseo junto a ella por los alrededores de Pol-ka basta para entender la esencia de esa mujercita que hace tres años encendía a la platea infantil de Patito feo. Crecida, aparenta un Katrina que intenta abrazar el mundo y arrasarlo. No hay conductor de la caótica fila que transita por Jorge Newbery que no comente ese andar todopoderoso. Ella los saluda superada, elige escenografías callejeras para sus fotos y, cuando las opciones escasean, se acuesta en la vereda sin asco, en una cátedra de sensualidad. "Recién mostré el 5 por ciento de todo lo que puedo ser", provoca.
Este huracán de 20 años hoy busca otros aires. Entró al elenco de Los únicos (a las 21, por El Trece) para intentar despegarse de aquel memorable personaje que marcó una división en las escuelas (de ser “Divina” o ser “Popular” pasó a ser objeto de debate educativo). “Cuando componía a Antonella yo notaba que la gente creía que yo era así. Por fin puedo salir de eso. Ella era una chica materialista, con un gran déficit emocional que trataba de subsanar con cosas materiales, pero yo no tengo que ver con eso”, avisa. “Ni cerca de ser divina estuve en mi infancia. Era más Patito”, sorprende.
Corre por las calles, corre en los pasillos de la productora, corre mientras habla y mientras come. El secreto es seguirle el tren. “Yo corro todo el tiempo, siempre pienso que me quedo sin tiempo. Soy una máquina de hacer. Por eso a los 18, cuando corté con Patito feo , rechacé trabajar, sentía que no estaba cumpliendo mi rol adolescente y me puse a desarrollar mi cabeza”, explica. “De repente me pregunté, ¿A quién voy a votar? Y no tenía idea. Pensé, Si soy una persona que trabaja en TV y mueve masas, tengo que ser responsable y saber ciertas cosas”.
Ciertas cosas tienen que ver con la actualidad, la política, el compromiso. Y su hermano Iván, un joven militante del Partido Obrero, la guió. “Ahora tengo conciencia política. Me involucro más, ya no pienso que la vida es color de rosa. Estoy haciendo mi disco solista independiente, por ejemplo. No lo hago para que lo compre todo el mundo. Es mi manera de llegar con un mensaje. Los artistas jóvenes hoy te cantan Fiesta, fiesta . Y estamos como en la generación de la joda. Y los jóvenes están un poco perdidos en eso. Yo admiro a René, de Calle 13, que se pone la remera de Latinaomérica. Y me gustaría concientizar”, juzga.
-¿Y de qué manera creés que podés “cambiar cabezas”? "Yo no milito, o milito desde mi lugar. Me chocó, por ejemplo, el caso Mariano Ferreyra (el joven asesinado en una protesta ferroviaria). Podría haber sido mi hermano. Las causas justas me preocupan. Desde mi lugar estoy tratando de generar mis propios contenidos, aunque mis discos se escuchen poco. Hay que saber diferenciarse del resto. Yo prefiero cinco fans con cabeza que mil millones poco inteligentes".
La muñeca brava aparente saber lo que quiere. En Los únicos repite ese temperamento. Encarna a Keira, una nueva integrante de la brigada que nació con el don de escuchar a dos kilómetros de distancia: “Artísticamente puedo mostrar otra cosa, conocer otro código. Yo siento que hay otra Brenda ahora. Tengo una revolución en la cabeza”.
-¿Una revolución? "Es que soy inquieta, ansiosa. Yo siento que no hay tiempo que perder. Yo miro a gente como Justin Bieber y pienso: Algo tan masivo puede desaparecer enseguida". Y yo no quiero quedarme sin tiempo y sin haber hecho nada interesante. De la Brenda de Patito a ésta, hay otra persona. Mi cabeza creció mucho.
-¿Entrar al mundo adulto y con la cámara cerca fue fácil o doloroso? "Siempre es doloroso, tenés una crisis de identidad. Cuando era chica no quería romper esa etapa y ahora me doy cuenta de que es necesario. Hay que independizarse y yo en eso ando. Nuestros viejos a nuestra edad ya nos tenían a nosotros".
-¿Te trajo problemas con tus pares ser tan avasallante? "Al principio. Soy muy rea, pero buena y si no te conocen pueden pensar mal. Incluso toda la vida actué de mala. Pero con el tiempo me conocen y entienden que soy inofensiva. Siempre digo: para brillar no necesito que alguien esté a oscuras . En el ambiente hay mucho de egos y envidia, pero yo no necesité opacar a nadie para brillar, nunca. Cada uno tiene su brillo".
Habla de cicatrices. La ex niña con antepasados “austro-húngaros” le atribuye a su energía el mapa de huellas corporales que hoy conserva. “Tengo 15 cicatrices de golpes. De chica yo no paraba. Era insoportable. Tengo marcas en la frente, en las piernas. Una vez até a mis viejos y mientras lo hacía pisé una rejilla que me rebanó una vena”, se ríe.
Nacida en Villa Urquiza, criada entre Villa Adelina y San Isidro, advierte que la suya es “una familia laburante”. Su padre importa y exporta maquinarias eléctricas y de él, admite, aprendió el “no parar". "Muchos piensan que soy una cheta hueca, pero prejuzgan conmigo. Yo tengo el ejemplo familiar de que hay que trabajar y trabajar”.
En los últimos días, se la leyó en Twitter hablando de Britney Spears y un grupo de fans se enojó. Ahora, el torbellino aprovecha para aclarar el episodio: “No la critiqué a ella, sino a su entorno por no cuidarla”.
Corre, Brenda, corre. Está apurada, quién sabe por llegar a dónde. Tiene la ilusión propia de los 20 años, esa sensación de inmortalidad y onmipotencia. Pero habla como adulta, como si una larga experiencia de vida la respaldara: “Siempre estoy al filo. Soy arriesgada y me doy permiso a equivocarme. No estoy esperando que nadie venga a buscarme, ni una discográfica ni nadie”, suelta. “Ah, y yo no espero que me llegue el sueldo para ir a comprarme zapatos como algunos creen. Trabajo y soy desafiante, porque sin desafío, no hay estímulo. El riesgo me da satisfacción”, lanza y se pierde, en velocidad, en los pasillos de Pol-ka. A su paso levanta ráfagas. No por nada la llaman “el huracán”.
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